Madrid | 20 de marzo
Katy de los Reyes es la médico coordinadora de la atención sanitaria en los Servicios Asistenciales de Envera. Vela junto a su equipo por la salud de más de 150 personas de residencias y centro de día en Madrid y Colmenar Viejo. Pero en el estado de alarma nacional en que nos encontramos, cuando se ha decretado el cierre de los centros ocupacionales y de atención diurna, su gran preocupación son los residentes que permanecen bajo los cuidados de nuestra organización las 24 horas del día: 83 personas con discapacidad intelectual, entre adultos, mayores y grandes dependientes.
Curtida en la economía de guerra y la escasez de recursos durante sus años de médico en el sistema sanitario cubano, ha utilizado el arma de la prevención como primera y gran medida para evitar el contagio y ha recurrido a su experiencia para abordar la necesidad, como es el caso de la demanda de mascarillas: si no tenemos, las hacemos nosotros, aunque por ahora ese frente está cubierto.
Nos cuenta esta médico de familia que ya se ha enfrentado, “al igual que mis colegas allí en Cuba, a epidemias como la del cólera, el dengue, el ébola… Para ello nos daban diez mascarillas de tela, confeccionadas con los tejidos de color verde o azul que se usan para los quirófanos, y que teníamos que lavar con agua a 90 grados y jabón para eliminar los gérmenes, cambiándolas cada dos horas. Les puedo asegurar que son efectivas. Y esas mascarillas, cuando no tengamos, van a resultar cruciales para los trabajadores y evitar la infección de los más vulnerables. En Envera, de momento, tenemos cubiertas todas las necesidades y tenemos recursos porque nos pusimos las pilas a la vista de lo que estaba pasando en Italia y nos adelantamos. No sólo compramos mascarillas, sino que cerramos una semana antes de que se ordenase por las autoridades el paso de visitas así como de salidas a excursiones o actividades fuera de nuestros centros de Madrid y Colmenar Viejo”.
En Envera ya hemos empezado a fabricar mascarillas en previsión de lo que pueda pasar. Y también sabemos cómo impermeabilizar batas o hacer gafas protectoras con carpetas de plástico, “para en última instancia, por si llegaran momentos de gran dificultad, que no nos falte de nada y podamos seguir atendiendo a nuestras personas, que son la primera y última razón de todo lo que hacemos aquí”.
La doctora, que lleva cuatro en España, confiesa que jamás pensó que fuera a vivir en nuestro país, el primer mundo, algo como lo que está sucediendo. “Tampoco recuerdo ninguna situación de tanta gravedad como ésta. En Cuba vivimos el cólera, que fue muy difícil y duro, pero recibíamos 3 ó 4 casos en un centro, algo asumible; lo mismo con el dengue, pero sabías que ibas a tener cobertura para atender a los pacientes graves. Debido a la rapidez del contagio del Covid-19 eso ya no es así. Tengo terror a que entre en mi país –explica-. No van a dar abasto en Madrid, así que fíjate allí. Aquí no se prepararon, se confiaron mucho”.
La madre de la doctora Katy, como su padre fallecido, es médico. Ella, ya jubilada en Cuba, se ha puesto también a fabricar mascarillas en su país. Igual que hacemos ahora en Envera. “El amor por mi profesión me lo inculcaron ellos. Entrega total a los enfermos. Ante una epidemia, hemos estado 50 horas al pie del cañón, hemos descansado 6, y hemos vuelto de nuevo a ello; sin parar, sin tregua. Yo estoy formada así: cobraba 60 euros de salario al mes y lo daba todo”.
Su experiencia frente a epidemias la avala también el tiempo que dirigió en la cubana Boyeros el Programa de Control Sanitario Internacional con siete centros sanitarios. “Controlaba los casos que desde Venezuela o África podían llegar, con el objetivo de hacer una detección precoz a la vista de la situación sanitaria que se vivía en aquellas zonas, filtrábamos todos los casos, se establecían cuarentenas y hacíamos seguimiento analítico de todos ellos”.
Nos explica la doctora que “allí se hace mucha pesquisa”. Y ése es el método que ha seguido con nuestros residentes para evitar que la infección por el coronavirus cause estragos: desde hace quince días se toma la temperatura a todos dos veces al día.
Dejamos a Katy que siga trabajando. La espera una larga jornada de “pesquisas” y de cuidados a las personas que viven con nosotros. Sus familias pueden estar tranquilas sabiendo que no les faltará de nada. “Tengan por seguro –se despide la doctora- que voy a estar a su lado pase lo que pase. No les voy a dejar nunca. Sólo le pido a Dios que me dé mucha salud para tanto trabajo como queda por delante. Soy feliz atendiendo a estas personas extraordinarias de Envera. Cuenten con mi amor y dedicación. Saldremos de esta”.